¿Habías oído alguna vez hablar de epigenética? En los últimos años se ha generalizado mucho este término en el ámbito de la salud.
Personalmente ya había comenzado hace tiempo a investigar en cómo influyen nuestros genes en la salud. Pero a raíz del diagnóstico de linfoma, me puse las pilas al 100%. Incluso estoy inmerso en un curso de inmunogenética que ha cambiado en parte muchos de los conceptos que llevaba predicando desde hacía años.
¿Qué es la epigenética?
Nuestro código genético o genoma se puede considerar el mapa de la vida. El ADN se podría definir como el lenguaje que habla nuestro genoma. El ADN aparece en su mayoría en el núcleo de la célula, donde forma los cromosomas. El ADN tiene dos hebras enroscadas que forman una escalera de caracol, llamada hélice. Los genes son pequeñas piezas de ADN que transportan información genética específica.
Esta información es un código que pasa de generación en generación. Las instrucciones que determinan todas las características y funciones de un organismo se encuentran el ADN.
Todas las células de un organismo tienen el mismo genoma, o conjunto de genes. Pero, dependiendo de donde esté esa célula, se expresan unos genes u otros. Por ejemplo, aunque una célula de la piel tiene toda la información genética al igual que la célula del riñón, en la piel solo se expresan aquellos genes que den características de piel, mientras que los genes que dan características de riñón, están «desactivados».
En el año 2000 ya se descifró la totalidad del genoma humano. La sorpresa fue descubrir que, por ejemplo, los humanos tenemos alrededor de 25.000 genes, mientras que los ratones….. 25.000 también. Realmente hay una grandísima similitud entre el genoma humano y el del ratón, característica que ha supuesto para los pobres ratones convertirse en nuestros conejillos de indias para la investigación.
Pero si ahora acabas de sentirte como un ratón, no te desanimes, el genoma del arroz contiene unos 50.000 genes. Hay siempre especies más evolucionadas que nosotros, está claro.
Como curiosidad, mencionar que compartimos genes con moscas y gusanos. Genes que expresan enfermedades como el Parkinson o la Leucemia, enfermedades que no sufren ni moscas ni gusanos.
Aunque a día de hoy se conoce la totalidad de nuestros genes, aún no se ha descifrado la función de la mayoría de ellos.
Como decía anteriormente, los genes son pequeñas partes del ADN. No todos los genes que tenemos se expresan a la vez, y muchísimos de ellos no lo harán nunca.
Cuando un gen se expresa, nunca modificará la secuencia del ADN. Esta expresión se realiza mediante una serie de proteínas que controlan todos estos mecanismos.
La epigenética es el estudio de la relación de los genes y los factores que pueden expresarlos. A raíz de la epigenética surge otro término, el epigenoma, que son todos los componentes que forman parte de esta regulación de la expresión genética.
A diferencia del genoma, que se mantiene estable e inmutable desde que nacemos hasta la vejez, el epigenoma es dinámico y variable. A lo largo del desarrollo va cambiando, se ve afectado por los factores ambientales.
La importancia del estudio de la epigenética radica en las posibilidades que abre para el tratamiento de enfermedades como el cáncer, y es un camino de investigación para descubrir las claves del envejecimiento.
En el ADN existen genes «supresores del cáncer» que en algunos casos de cáncer se ha visto que estos genes se encuentran metilados (mecanismo de regulación del silenciamiento génico) de forma que inactivan el gen.
¿Es el cáncer una enfermedad genética?
La ciencia apunta ya a que sí, es una enfermedad genética. Aunque es considerada una enfermedad multifactorial, que puede producirse por factores ambientales, o bien por alteración en los genes.
Los factores ambientales (alimentación, contaminación, exposición a tóxicos, estrés, depresión) modifican la expresión de nuestros genes.
En muchos casos se habla de un factor hereditario, que realmente existe. Pero debemos conocer, que la expresión que se produce en nuestros genes, se puede transmitir de generación en generación. Y esta expresión, puede revertirse de nuevo.
Hay factores ambientales que afectaron a nuestros padres o abuelos, y que en sus casos no produjeron ningún problema, pero sí en generaciones posteriores. Determinados tóxicos, como algunos herbicidas, pueden conducir a la expresión del gen hasta cuatro generaciones después de la primera exposición al tóxico. Esto da luz a muchos casos de linfomas y otros tipos de cáncer que padece gente que en general lleva una vida saludable, como era mi caso.
No estamos ante una lucha por limpiar los tóxicos a los que estamos expuestos, si no que tenemos que depurar nuestro organismo de muchos de ellos a los que estuvieron expuestos nuestros tatarabuelos.
Linfoma folicular, un cáncer indolente con un claro factor genético
Cuando hablamos de cáncer indolente, estamos ante un cáncer de lento crecimiento, pero cuya curación total es complicada.
Un cáncer tumoral que está localizado en un punto de nuestro organismo, puede ser estirpado con cirugía, y posteriormente radiada la zona para acabar de limpiar. En caso de haber metástasis, dependiendo del grado, la quimioterapia será efectiva, y posiblemente acabe con el tumor definitivamente.
En el caso de linfoma folicular, nos encontramos una reproducción de células con características prácticamente iguales a las no cancerígena. Cualquier tratamiento hasta ahora no ha conseguido suprimir totalmente las células clonadas.
Hasta ahora las herramientas utilizadas, quimioterapia, anticuerpos monoclonales, autotrasplantes, han sido efectivos, pero no definitivos. El trasplante de médula es posiblemente el tratamiento que más éxitos definitivos ha cosechado en algunos tipos de leucemia y linfomas, pero no en todos.
La quimioterapia y los inmunomoduladores rebajan el número de células de linfoma a niveles muy bajos, pero no revierten la expresión de los genes implicados, con lo cual no nos puede garantizar una remisión duradera. Es aquí donde la epigenética puede tener un papel determinante en un futuro, o ya en el presente.
Conocemos muchos de esos genes, los factores que determinan la expresión, y en muchos de ellos lo que necesitamos para revertir esa expresión.
El éxito de la remisión definitiva radica en conseguir la rehabilitación de esos genes.
En el año 2018 se consiguió determinar que unos 395 genes están implicados en linfoma folicular. En este estudio https://www.targetedonc.com/news/pfs-in-follicular-lymphoma-predicted-by-gene-expression-model
aparece ya cómo han podido predecir con éxito la progresión libre de enfermedad con un modelo de estudio basado en 23 genes implicados en linfoma folicular. Este ensayo apunta a nuevos tratamientos futuros.
El futuro
Se abre una ventana de esperanza para nuevos tratamientos, posiblemente sin efectos adversos como los que hay actualmente.
Existen ya laboratorios que trabajan con inmunogenética, nanotecnología que actúa directamente sobre las cadenas de ARN que manejan la información de nuestros genes.
La investigación y puesta en marcha de tratamientos basados en epigenética se da de bruces con el enorme poder que ejercen las grandes compañías farmacéuticas. Las legislaciones vigentes, es también un escollo para que todo esto salga adelante a corto plazo.
Hasta ahora nos están llegando avances con cuentagotas, que no reflejan realmente las grandes posibilidades que tenemos ante nosotros.
Una de las secciones que más tocaré en el blog estará relacionada con los genes y la epigenética. La influencia del medio externo en nuestro mapa genético. Cómo un determinado estado emocional puede influir en nuestra salud.
Nos vemos en siguientes publicaciones
1 comentario en «Epigenética. Cómo reconducir nuestros genes»