Desde que en USA hace unos pocos años se declarara el cáncer como enfermedad genética, todo apunta a que los futuros tratamientos van a ir encaminados hacia la expresión de determinados genes.
En una entrada hace poco ya hablé sobre la epigenética y como nuestros hábitos de vida, incluidos los de nuestras generaciones anteriores, influyen en cómo se expresan nuestros genes. En este enlace puedes leer un poco más sobre epigenética.
En esta ocasión quiero dedicar la entrada a un gen base y clave para el crecimiento tumoral y la transformación de linfomas indolentes en agresivos.
La importancia del gen Myc en el desarrollo del cáncer es conocida desde hace mucho tiempo. Myc es un factor de transcripción implicado en múltiples procesos biológicos esenciales para el desarrollo del cáncer: interviene en la proliferación y división celular, en el metabolismo e, incluso, en la regulación de la respuesta inmunitaria. Todo esto convierte a Myc en un pilar fundamental para el desarrollo de la enfermedad.
En oncogen Myc es inofensivo cuando su expresión es muy baja, pero cuando hay una sobre expresión del mismo, se convierte en un «amplificador» para las células cancerígenas. Estas entran en un estado de actividad alta. Esta sobreexpresión podría estar detrás de la transformación del linfoma folicular a un linfoma agresivo.
En algunos círculos de investigación al gen Myc se le llama el gen de Burkitt, tal vez el linfoma más agresivo y de más rápido crecimiento.
Inhibir el oncogen Myc tiene el potencial de atacar las células cancerígenas a través de diferentes mecanismos. Primero, bloquea la proliferación celular y limita el crecimiento tumoral. Segundo, impide la formación de nuevas estructuras de la célula cancerígena, afectando así a su supervivencia. También serviría esta inhibición para que nuestro sistema inmune detectara las células cancerígenas y fueran atacadas. Aun así, no existe ningún inhibidor de Myc disponible para el tratamiento del cáncer en la práctica clínica.
Peptomyc S.L., ha producido Omomyc, una miniproteína inhibidora de Myc, y que ha demostrado su actividad antitumoral tras administrarla por vía sanguínea en ratones. El estudio demuestra la eficacia de esta miniproteína en cáncer de pulmón, y podría ser útil para cáncer de mama, algunos tipos de linfoma, cáncer de colon y de estómago, entre otros.
En nuestra mano tenemos una herramienta que, aún siendo una estrategia a largo plazo, puede desactivar la expresión de este oncogen. Los cambios en nutrición y hábitos de vida, y la no exposición a determinados suplementos y aditivos, pueden revertir esta expresión genética.
Identificar qué es lo que ha activado el gen Myc es complicado. Hay muchos factores que pueden haber influido, y es más, esta sobreexpresión puede venir incluso de algún tóxico al que estuvo expuesto alguno de nuestros padres o abuelos.
No hay estudios que hablen de determinados tóxicos, pero sí que hay un aminoácido presente en nuestros alimentos que en su forma aislada, podría activar este oncogen. La Glutamina
La Glutamina. Es importante para los que estamos en remisión de linfoma folicular evitar los suplementos de proteínas o que contengan glutamina o glutamato.
Las fuentes naturales de glutamina se encuentran en los alimentos son las carnes, productos lácteos, huevos, frutos secos, espinacas, y alimentos vegetales con alto contenido proteico como la soja o las legumbres en general.
La proteína en estos alimentos contiene ácido L-glutámico. El proceso digestivo «rompe» lentamente este ácido glutámico natural. Se entrega entonces a los receptores de glutamato en nuestro cuerpo y el cerebro. El glutamato, entonces, se convierte en glutamina. De esta forma, la asimilación de la glutamina es progresiva e inofensiva.
Pero en los suplementos de glutamina o la proteína en polvo, incluyendo la proteína de suero, la glutamina que cotienen está aislada. En este estado, la liberación de glutamina en el cuerpo se regula ya no lentamente junto con centenares de otros aminoácidos y nutrientes que encontramos en los alimentos. La rápida liberación de glutamina puede apretar la tecla clave que expresa el oncogen Myc.
Atención pues a cualquier suplemento de proteína aislada, incluso vegetal. También a los alimentos que contienen glutamato y que pasa desapercibido, que son muchísimos envasados que usan este aditivo para potenciar su sabor. Podemos encontrarlo en la etiqueta como glutamato monosódico, E-621 (glutamato monosódico), E-622 (glutamato de potasio).
¿Qué podemos hacer por nuestra parte para ayudar a inhibir esta expresión del oncogen Myc?
Aquí podríamos citar 2 claves que deberían estar presentes para cualquier paciente de cáncer, y como preventivo.
La vitamina D
La vitamina D, que se convierte en una potente hormona esteroide en el cuerpo, juega un papel importante en la expresión genética. Entre el 10 y el 15% de los 25.000 genes que existen en el cuerpo humano tiene receptores de vitamina D. ¿Están acaso ahí de adorno?
Muchos investigadores han afirmado que la vitamina D pone freno al gen Myc e instan a la gente a mantener unos niveles adecuados de esta vitamina. Los niveles adecuados son entre 30 y 80 nmol. Para pacientes con linfoma se recomienda estar siempre por encima de 45 nmol.
No por vivir en un sitio donde haya muchos sol te garantiza la cantidad óptima de vitamina D. Muchos estudios ya han activado la alarma, incluso en España, con un gran porcentaje de la población con niveles bajos de vitamina D.
Durante el tratamiento de linfoma es fundamental mantener estos niveles, tanto antes, durante y después. Pide dos veces al año analíticas a tu médico, sobre todo después del invierno.
El ejercicio
Seguro que has oído alguna vez hablar de que el azúcar es el alimento preferido de las células cancerígenas.
En realidad, todas nuestras células son devoradoras de azúcar, pero las cancerígenas utilizan este azúcar de manera más eficiente.
El oncogen Myc es un amplificador de esta capacidad de gestión de la glucosa de las células cancerígenas.
El ejercicio físico es la mejor herramienta a nuestro alcance para reducir los índices glucémicos en nuestro organismo.
Este ejercicio debe hacerse con una intensidad moderada para que realmente nuestro organismo utilice el azúcar como combustible, y que esto suponga una reducción a nivel global.
Cuando realizamos ejercicio con una intensidad alta, nuestros músculos liberan glutamina aislada. ¡¡¡¡CUIDADO!!!! Podemos estar dando gasolina de alta calidad a las células cancerígenas.
El oncogen Myc en resumen, podríamos decir que es la nave nodriza que gobierna la sobreexpresión de otras decenas de genes implicados en linfoma folicular, y en muchos otros tipos de cáncer.
Seguiremos atentos a las nuevas investigaciones, y en paralelo buscar alternativas naturales, que siendo tal vez un remedio lento, es hasta ahora lo único que tenemos al alcance.